LA PENA DE MUERTE

"GRANDES CAMBIOS SOCIALES DE NUESTRO TIEMPO"


Hay muchas opiniones en torno a la pena de muerte. Hice una “caladita” en revoluciondelintelecto.com y recibí respuestas esperadas. Desde la clara animadversión hasta la convicción por su aplicación. “Es venganza”, me dicen unos. “Si la delincuencia ya tomó la opción de matarnos, hagamos lo mismo... ‘matémoslos’!”, es la postura de otros. Sé que esto último suena fuerte. El hecho es que nunca estamos preparados para hablar así. Discutir sobre matar como forma de hacer justicia y contener violencia son conceptos que nos dan temor. Estamos un nivel abajo. Seguimos en el discurso de corrupción, impunidad e ineficacia. Una prosa cómoda, que no compromete... Sólo denuncia la consecuencia de la inacción de una sociedad y gobierno impávidos, que no se atreven a dar los siguientes pasos. Entiendo los riesgos de adoptar medidas extremas en un sistema judicial tan lleno de “hoyos negros” como el nuestro. Eso de ejecutar a un posible inocente suena espantoso. Aunque valdría reflexionar... ¿Cuándo fue la última vez que vimos un inocente de frente a la violencia que encaramos? A mí el tema me gusta lo mismo que a ustedes. No es ni agradable. Menos coloquial. Sólo necesaria e impostergable su discusión. La última vez que entrevisté a José Reyes Ferriz, alcalde de Ciudad Juárez. Después del acto narcoterrorista vivido en plena calle, le pregunté si valdría la pena decretar ya para la ciudad un “toque de queda”. Me contestó con un no rotundo, como si se tratara de hacerlo para las fiestas de Pamplona.


Hacer lo mismo nos condena al mismo resultado. Todo mundo me grita que “hay que hacer algo”. No obstante ese “algo” por obligación, deba ser producto de una forma diferente. Lo que sí tengo claro es que estamos ante una situación inédita. La falta de principios —hoy vivida— no se dio incluso en la Revolución.
Hace un siglo se mataba bajo la premisa de la igualdad social, como forma de lucha. Había el objetivo de formar una nueva sociedad. La tierra para quien la trabajara. El sufragio efectivo y la no reelección, eran pretensiones para una mejor sociedad. Después llegaron otros para acabar con esos sueños. Pero —en fin— es otra historia. Hoy se mata por fomentar un mercado de drogas. Se mata por secuestrar para el cobro de un rescate. Se arrebata la libertad y la vida de inocentes para satisfacer apetitos de rufianes.


Dentro y fuera de Pemex se nos roba gas y petróleo. Se comercia con niños. Se venden sus órganos. Se extorsiona a gente honrada que trabaja afanosamente. Nos da miedo contestar el teléfono. Florece la industria de la seguridad y el blindaje. La corrupción de nuestras autoridades está como nunca antes. Hasta nuestras elecciones están sujetas al inevitable fraude. Vivimos un terror extraoficial. Acabo de recibir un twitter que me dice: “Acaban de levantar a un amigo en el Barrio Viejo de Monterrey. Pedro, estamos perdiendo esta batalla... ¿Qué vamos a hacer?” Siempre he entendido la responsabilidad de comunicar. Conozco el sitio que me ha dado el público y pretendo honrarlo. Proponer la Pena de Muerte a delincuentes en flagrancia o confesos, no es un asunto que implique eliminar a inocentes. Sé que existe el argumento de que la pena de muerte no ha inhibido al delito. Más que un dato, es una percepción. En China se ejecuta a un ladrón por robarse un espejo retrovisor o a un funcionario por corrupto. Créanme, estar en Pekín o Shanghái da una sensación de cobijo. La autoridad se ve, pero más que nada... ¡Se siente!

Sólo dos cosas más: Es claro que, hasta ahora, nada nos ha dado una solución a nuestra deshonestidad natural. Resulta evidente que si hacemos lo de siempre, obtendremos iguales resultados.

Con respeto, a los que me digan no a la pena de muerte... Que me digan qué... sí. Para salir del peor momento de nuestra historia. ¡En pleno Bicentenario!

P.D. Abogados, opinen. Se ven bien de toga y birrete, pero se verían mejor, comprometidos

POR: PEDRO FERRIZ DE CON


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