NUESTRO BICENTENARIO



Con mayor frecuencia empezaremos a escuchar de cualquier cosa a la que se le agregará el término “DEL BICENTENARIO” -carreras, museos, vialidades, salas, y hasta los taxis ahora son “DEL BICENTENARIO”-. Es un gran honor para los contemporáneos participar de estos...”acontecimientos”- para no adelanterme a lo sucedente- materia de este escrito.


Ser mexicano ahora sabe más que nunca y disfrutar de los logrós aún más, y provocar por ello cualquier festín será todavía -en días venideros- lo más común. Al fin que a los mexicanos se nos reconoce por hacer cumpleaños del canario y derrochar lo que no tenemos, no es el derroche lo que incomoda pues, ¿a quién no le gusta la fiesta y la música y la comida y todo eso que nos pone felices? La pregunta es la siguiente: ¿Habrán asistido alguna vez a una fiesta donde el festejado se pone enfermo?, cuando tiene que irse o no vendrá? La fiesta toma otro sentido no es así? El motivo principal de la celebración se acaba y lo que queda es continuar solo con el festejo, es decir, “FIESTA SIN CELEBRACION” ese es el problema.


Estamos a escasos 150 dias de conmemorar 200 años de independencia y 100 de un, “necesario reordenamiento nacional”, digno de celebrarse y el evento magno se acerca, en el mes de septiembre no será raro ver miles de banderas y productos de ornato aludiendo a lo que nos dió paz, trabajo, cultura, educación a nuestros hijos, valores, y si cabe decirlo “libertad e identidad nacional” estos últimos tan enfermos o ausentes como el festejado de aquella fiesta. 


Cual será entonces el sentido que tome nuestro bicentenario si el alma de todo esta por el suelo, que queremos celebrar y que vamos a terminar festejando? ¿qué se siente disfrutar de los frutos de un gran árbol que nunca cuidamos, de dormir sin tener sueño, o de comer sin trabajar?...”disfrutar sin sacrificio” premisa que nos unde en el festín y nos aleja de una verdadera celebración. ¿porqué? Porque llevamos tantos y tantos años haciendo lo mismo, salir a las plazas a gritar que somos mexicanos, sin escatimar en pirotécnia, alcohol y espantasuegras. Mostrándonos como un mexicano en estado utópico (y de ebriedad) en un día que nos regala tanto elixir como para sentirnos lejos de nuestra realidad, todo parece un sueño, un gran sueño que termina al siguiente amanecer, ahora la plaza esta vacia solo queda observar un enorme centro histórico lleno de basura, caminar en sus calles significa esquivar botellas, huele más a alcohol que a independencia, aún resuena un grito de “Biiiva meeejico cabroneees”
Un grito tan vacio de cultura que me recuerda al delegado que no supo mencionar a quienes nos dieran patria, o al presidente que gritó sus triunfos y nombre de partido en lugar de aquellos valientes que lucharon, murieron y nunca festejaron y también a otros cuantos que no cantaban porque no se sabían el himno.

Esto, es nuestro 15 de septiembre una fecha que solo hace fiesta del recuerdo, pero sin hacer memoria, porque ya se han olvidado de esa grandiosa Anahuac, de ese gran imperio de “Tenoch”, edificado como una potencia mundial, y que ahora solo nos conforta ser espectadores de la decadencia. Porque es mejor ver desde afuera, es más cómodo y sin problemas...sin sacrificio.   
¿Qué dirias sabio gobernante del gran imperio azteca, si pudieras volver? Que opinarías de nuestros “sabios gobernantes” Sería para todos una vergüenza que vieras en lo que va terminando tu grandiosa Tenochtitlan, que paso?, ¿qué hemos hecho?. Nada. 
Y por eso gritamos tanto?, por eso tanto festejo?




Como explicarte querido Uey Tlatoáni que todo esto es por tu imperio y sus principios. 
No entenderías -seguramente- que ahora las cosas son así, que la maldita identidad se acabó, que derrochamos nuestra libertad,  que carecemos de espiritualidad y del respeto a una deidad. Como decirte que no importa estar “jodido y sin valores”, no entenderias el “¡así soy y qué! Ahora  lo que importa es gritar soberanamente...¡¡Viva México Cabrones!! 




Pero no vuelvas, pues donde quiera que estés  podrás darte cuenta que a casi 200 años de ser independientes, cada día representa para nosotros una nueva oportunidad para reaccionar, para entender y aprender que en este bicentenario es mejor celebrar que festejar.


GERARDO VELAZQUEZ