QUE SON LOS VALORES



 
¿Que son los valores? Aquéllos que todo el mundo menciona pero que a su vez dicen que ya no están de moda. Es más, ya ni existen. Hoy en día los valores humanos en general ya no son parte de la vida cotidiana. ¿En realidad no existen? ¿Cómo es que desaparecieron?


Los valores son intangibles, como el mismo amor, la amistad, el cariño, el enojo, la fe; son sentimientos que sabemos están, pero no podemos tocar. Imagino que hay un monstruo que llegó con mil cabezas y decidió devorarlos uno por uno hasta que después de varios años, éstos desaparecieron.

Dicho monstruo bien podría llamarse el Abominable Monstruo de la Comodidad. Así es, un monstruo que prefiere todo fácil, sin esfuerzo, a la carta; es decir, según lo que le convenga. Entonces, hambriento de voluntad, sacrificio y demás, decidió comerse todos los valores.

Primero devoró el suculento platillo de la familia, el principal de todos los manjares, de todos es el que mayor renuncia implica, y para la comodidad es imprescindible terminar con dicha institución, puesto que al vivir en familia es necesario acatarse a las normas, respetar a sus miembros, atenerse al sueldo del marido, serle fiel al cónyuge, educar a los hijos y dejar de hacer muchas cosas con tal de que ellos tengan lo mejor de lo mejor y ¿para qué le sigo? Se me van a indigestar y a penas vamos en la entrada.

Terminando con éste, decidió que continuaría con el plato de la moralidad. Éste posiblemente le causó mucha cargazón, porque es el más condimentado y complicado en su preparación, y hoy por hoy, pareciera que los chefs ya no lo cocinan por la dificultad que representa su elaboración.

Se trata de una moralidad que no necesariamente quiere decir aburrimiento, sino control sobre la vida misma. Moralidad que se antoja necesaria en una sociedad para su estabilidad, y sobre todo para conseguir que el primer platillo sepa aún mejor.
Con la moralidad somos capaces de recibir la vitamina de la honestidad, de la lealtad y sobre todo de la justicia y equidad.


Finalmente, después de haber elegido el plato principal el monstruo no se quedó satisfecho, por lo que de guarnición decidió servirse dos veces para devorarse a la ecuanimidad, y a la prudencia, las dos junto con un bolillo de relativismo. Éste describe a la humanidad de nuestros tiempos, puesto que cada quien tiene su propia verdad, es decir, todo es relativo, por lo que no es necesario que la justicia nos muestre lo que es realmente, y la prudencia es irrelevante para decidir sobre algún hecho trascendental.

El Abominable Monstruo, devoraba estos platillos que poco a poco se fueron terminando, todo con la firme intención de quitar de su vida lo que implicara un sacrificio. Todo con la idea de poder pensar sólo en él, y olvidarse de los demás.

 Lo hizo con el gran propósito de satisfacerse y de vivir cómodamente mientras nadie lo detenga irá controlando todo lo de su derredor.
A todo el mundo parece encantarle la idea de que la comodidad, es lo que el ser humano en realidad debe disfrutar, sin pensar que la humanidad, al vivir en la exageración y separar al cuerpo de su mente, se reduce a lo más pequeño de su esencia. ¡Finalmente el postre llegó! No crean que aquí terminó, no satisfecho pidió un helado con pastel. Helado de caridad y pastel de congruencia bañado en salsa de responsabilidad.
La caridad es una virtud imprescindible en un mundo en donde la mala distribución del ingreso es el pan nuestro de cada día. Congruencia que nadie predica, pues se piensa y se hacen cosas totalmente distintas, y responsabilidad que permite a los hombres responder con habilidad ante las adversidades de la vida.


Para cerrar con broche de oro, el monstruo pidió un café expreso doble, cortado con leche de virtudes, ya que sin ellas la voluntad de la humanidad se merma y con mayor razón logrará hacer lo que le plazca, en el momento que le nazca.
Al comer todo lo anterior, que merece la pena recordar, no lo hizo de un momento a otro, sino que más bien lo ha hecho a través de los años, ya que había mucho que devorar. Con lo anterior logrará que el ser humano no sea virtuoso, lo que lo hará prisionero de lo demás, en lugar de ser líder de sí mismo. Ciertamente, la indigestión ha sido inaguantable, lo que de un momento a otro le ha hecho vomitar.
Ha vomitado hedonismo, concupiscencia, injusticia, consumismo, extorsión, irascibilidad, vicios; nos regresó ese bolillo de relativismo, morbo y todas las exageraciones que hacen del ser humano un simple objeto; esto finalmente beneficia a este monstruo de mil cabezas, ya que lo enriquece, domina y subleva a la humanidad.

Mientras tanto, nosotros seguiremos comprando y luego existiendo y viviendo en un mundo de banalidades que nos ciegan de lo verdaderamente importante y relevante, provocando que olvidemos lo que al final trasciende con nuestra desaparición física, que en realidad es lo bueno que hacemos, el legado que dejemos y la forma enaltecida en que decidamos vivir.

Ese Monstruo de la Comodidad es más que una idea de mi imaginación, es una realidad que debía de describir para poder trasmitir lo que vivimos actualmente y que nadie parece notar. Los valores no han desaparecido, somos nosotros los que los hemos guardado en el estómago de ese devorador, con el firme propósito de evitar cualquier tipo de sacrificio.
Somos nosotros quienes hemos decidido hacerlos a un lado, olvidando que los primeros perjudicados somos nosotros, pero creemos que estamos liberándonos cuando en realidad estamos siendo víctimas del Monstruo de la Comodidad.

POR ALEJANDRA DIENER


Especialista del Programa "Edificando la Familia Mexicana" Radio Centro 1030AM *Escritora *Madre y esposa *Lic. en Economía *Orientadora Familiar alejandradiener@gmail.com